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HomeExploreRelatos de la FLM sobre “El pan de cada día”Haití: Las niñas y los niños son lo primero

© Finn Church Aid/Minna Törrönen

Haití: Las niñas y los niños son lo primero

Las niñas y los niños son lo primero en la aldea de Couchavel en la región montañosa del oeste de Haití, donde la Federación Luterana Mundial (FLM) está trabajando junto a las familias que pasan apuros.

La aldea se despierta. Canta un gallo y las mujeres encienden el fuego en la cocina de sus chozas. Elphise Delya y su hija Lucía preparan el desayuno: calabaza, bananas y café. Desde que se agotó el suministro de agua de lluvia, Lucía va a buscar el preciado líquido a varios kilómetros de distancia.

Sus hermanas menores están listas para ir a la escuela en la cercana aldea de Desbagnes.

El padre, Agnedu Olmy, jornalero agrícola, bebe su café mientras come bananas al vapor. Cuando no tiene a nadie para quien trabajar, se ocupa del terreno familiar a pesar de que éste no produce ni el maíz ni los frijoles suficientes para mantener a la familia. La erosión ha debilitado la tierra y las tormentas han destruido las cosechas. En un día de trabajo para otros, Olmy gana unos pocos dólares y una comida. Pero en los últimos tiempos ha habido poco trabajo por la destrucción provocada por las tormentas.

Elphise cuida la parcela del maestro de la aldea donde siembra boniato, malanga y calabaza. El dinero que gana cubre los gastos escolares de sus hijas.

“A veces es muy duro cuando no logramos traer suficientes alimentos para la familia. Sin embargo, las niñas son lo primero. Los adultos podemos pasar un tiempo sin comer, pero siempre encontramos algo para ellas”, dice Olmy.

Los problemas del medio ambiente y los consiguientes desastres naturales, especialmente las tormentas y la erosión, afectan la disponibilidad de alimentos para unos dos millones de haitianas y haitianos.

Los Olmy, al igual que muchas otras familias, dependen del arroz, la harina y el azúcar importados. En Haití, se importa el 60 por ciento de los alimentos.

Sólo subsiste el dos por ciento de los bosques del país tras décadas de silvicultura insostenible. Esto ha llevado a la erosión del suelo y la escasez de recursos hídricos. A causa de esa erosión, las tormentas tropicales –cada vez más frecuentes debido al cambio climático– han sido devastadoras.

Las tormentas del otoño de 2008 destruyeron los terrenos agrícolas de la familia Olmy y acabaron con los animales de su granja.

La vida no ha sido fácil.

Sin embargo, trabajadoras y trabajadores del proyecto de la FLM están haciendo ahora entrevistas en la zona para determinar cómo ayudar a las familias vulnerables.

El pueblo de Couchavel puede recibir capacitación para hacer que la tierra sea de nuevo productiva utilizando fertilizante orgánico. Las y los habitantes de la aldea aprenderán a prepararse para las tormentas y los desastres naturales. Unas ciento cincuenta familias recibirán una cabra o pollos para la cría. Se construirá una represa de agua.

Olmy tiene esperanzas. Sabe que es posible prepararse para las tormentas y que después de éstas la tierra produce plantas silvestres. “Salamos y comemos las hojas y hierbas, así es como sobrevivimos al principio. Después, tan pronto como podamos, comenzaremos a cultivar la tierra otra vez”.

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