El presidente del Congreso Mundial Menonita, Danisa Ndlovu de Zimbabwe (dcha.), obsequió al presidente de la Federación Luterana Mundial (FLM), Obispo Mark. S. Hanson, con una vasija de madera de pino para lavar los pies como señal de compromiso con un futuro “en que el amor ilimitado y el servicio indefectible caractericen las relaciones luteranas y anabaptistas-menonitas”. © FLM/Erick Coll
22.07.2010
Comunión luterana pide perdón a menonitas
En solemne acto, las comuniones mundiales luterana y menonita se reconcilian
STUTTGART, Alemania, 22 de julio, 2010 (LWI) – La Undécima Asamblea de la Federación Luterana Mundial pidió hoy perdón por la persecución luterana de la comunidad anabautista en el siglo XVI. Representantes de la Conferencia Menonita Mundial aceptaron el gesto de arrepentimiento y expresaron palabras de perdón.
“Muchos piensan que éste es el legado más significativo que dejará esta Asamblea”, dijo el Presidente de la FLM, Obispo Mark Hanson, en la apertura del solemne acto de reconciliación.
La Asamblea luterana congrega del 20 al 27 de julio en Stuttgart, Alemania, a más de mil participantes provenientes del mundo entero, entre ellos 418 delegados de 145 iglesias luteranas en 79 países.
“Pedimos perdón –a Dios y a nuestras hermanas y hermanos menonitas– por el daño que causaron en el siglo XVI nuestros antepasados a la comunidad anabautista”, afirma el documento aprobado unánimemente por la Asamblea.
“Nos unimos alegre y humildemente a Dios en otorgar el perdón”, asevera la respuesta de la Conferencia Menonita Mundial leída por su presidente, Rev. Danisa Ndlovu, de Zimbabwe.
Otras acciones por las que el documento aprobado por la Asamblea pide perdón son el “olvidar o ignorar esa persecución durante los siglos subsiguientes”, así como el uso por parte de autores/as luteranos/as de “calificativos impropios, falaces o hirientes” para referirse a personas anabautistas.
“Hoy y aquí, luteranas, luteranos y anabaptistas-menonitas estamos cumpliendo juntos/as ‘la regla de Cristo’ (…) pedir perdón y perdonar, restablecer y sanar relaciones en el cuerpo de Cristo”, afirma la respuesta menonita.
Ésta evita caer en la autocomplacencia al subrayar: “Somos dolorosamente conscientes de nuestra propia inadecuación. (…) No podemos haber llegado hasta aquí para no ver nuestra propia pecaminosidad. No podemos haber llegado hasta aquí sin reconocer nuestra necesidad de la gracia y el perdón de Dios.”
El documento luterano, por su parte, expresa “un profundo sentimiento de dolor y pesar” por la persecución ejercida contra los anabautistas y, sobre todo, “por el hecho de que los reformadores luteranos hubieran apoyado teológicamente esa persecución”.
Acompañando las palabras con gestos, Ndlovu ofreció a Hanson una palangana de madera utilizada en una de las iglesias menonitas que han mantenido la tradición del lavado de los pies.
“Se la regalamos como símbolo de nuestro compromiso con un futuro en el que el sello distintivo de las relaciones anabaptista-luteranas sea el amor ilimitado y el servicio infalible”, dijo Ndlovu.
Ambas comuniones mundiales de iglesias se comprometieron a tomar en cuenta en su enseñanza e interpretación de sus bases confesionales la historia descrita conjuntamente que recoge el informe de la Comisión Internacional Luterano-Menonita de Estudio.
También se comprometieron a continuar el examen de asuntos sobre los que las dos tradiciones mantienen diferencias, como el bautismo y las relaciones entre iglesia y Estado.
Varios participantes de ambas tradiciones hablaron durante la sesión, a la que algunos definieron como “un momento santo y sagrado”.
“Ustedes han encarnado la presencia de Cristo entre nosotros hoy”, dijo Hanson dirigiéndose a la delegación menonita al concluir la sesión.
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